M.C.ESCHER
Maurits Cornelis Escher (1898-1972). más conocido por sus iniciales como M.C. Escher, es uno de los más grandes artistas gráficos del siglo XX. Tal vez la mejor definición que se ha dado de él sea la de «uno de los más reconocibles y admirados por el gran público». Esto viene a decir que muchas personas admiran y encuentran curiosos, intrigantes y bonitos sus trabajos, aunque al principio no sepan muy bien de quién son ni conozcan realmente al autor o la época en que fueron creados.
Nunca llevó una vida pública demasiado llamativa, a diferencia de otros muchos artistas de vanguardia, como los surrealistas, con cuya obra tan a menudo se le ha relacionado. Prefería intercambiar impresiones con su amigo el geómetra H.S.M. Coxeter o el matemático Sir Roger Penrose. Le resultaba fastidiosa la luz pública y vendía carísimas sus obras en un inútil intento de que no se difundieran demasiado. Tal fue su voluntad de no ser famoso, que rechazó una oferta de Mick Jagger para diseñar una portada de los Rolling Stone.
Escher prefirió, antes que entrar en el mercado del arte (y obtener un jugoso beneficio de ello), viajar y dejar que su obra se viera influida por las excentricidades arquitectónicas de otros lugares. Con 24 años, en 1922, hizo un extenso viaje por Italia y España que le marcaría profundamente. Siempre destacó que La Alhambra de Granada tuvo una importantísima influencia en su obra. En Italia Escher conoció a su mujer y tuvo a su primer hijo, pero el ascenso del fascismo de Mussolini le hizo mudarse a Suiza, primero, y luego a otros países. Quería que su obra estuviera absolutamente limpia de cualquier tipo de mensaje político o social. Posiblemente, esa cristalina ausencia de mensaje, ese recrearse en la mera plasticidad visual es uno de los secretos de su asombrosa atemporalidad.
1
Three Spheres II (Tres esferas II), 1946
Tres esferas apoyadas sobre lo que parece ser una superficie plana, como una mesa. Aparentemente simple, la litografía esconde algunos curiosos secretos. Para empezar, las tres esferas están hechas de distintos materiales. La de la derecha es completamente opaca. La de la izquierda es transparente, y refleja la luz de forma realista, deformando lo que tiene alrededor. Y la tercera es especular y vemos, una vez más, a Escher dibujando un boceto de este mismo 'Tres esferas II'. Lo curioso es que agudizando la vista podemos ver dentro del propio dibujo de las tres esferas a Escher reflejado, lo que genera uno de los típicos y mareantes recursos infinitos del artista.
2
Waterfall (Cascada), 1961
Uno de los trampantojos más sencillos de Escher, y a la vez uno de los más conseguidos y significativos, como Belvedere. Su perfección es tal que el espectador se puede quedar perdido en el increíble efecto visual que producen las dos torres de la cascada: el curso del agua acciona un molino y, fluyendo por los tres canales en declive que atraviesan las torres, el agua desemboca de nuevo en el borde de la cascada.
Still Life With Spherical Mirror (Naturaleza muerta con espejo esférico), 1934
Una extraña ave con cabeza humana contempla impertérrita, sobre un periódico y un libro, al propio Escher, abocetando la escena desde su estudio y reflejado en la base de una botella que deforma todo el cuarto. El pajarraco existió, fue un regalo del suegro de Escher y aparece en más cuadros del autor.
Eye (Ojo), 1946
Una obra relativamente inusual en Escher, de estilo simbólico o alegórico, que a modo de 'memento mori' lanza al espectador una reflexión sobre la muerte y su relación con quienes aún damos tumbos por este plano de la existencia. Escher dibuja su propio ojo reflejado en un espejo del baño, pero en vez de autorretratarse como hace tan a menudo, decide colocar un cráneo para recordarnos que “todos acabamos frente a frente con la muerte, lo queramos o no”.
Ascending and Descending (Escalera arriba y escalera abajo), 1960
La inspiración para esta litografía viene de otro objeto imposible diseñado por Lionel Penrose y publicado en el British Journal of Psychology de 1958: unas escaleras que suben y bajan al mismo tiempo, independientemente del sentido en el que se recorran. La precisión ejecutora de Escher hace de esta litografía una de sus obras maestras, reforzada por un extraordinario trabajo arquitectónico que recuerda al de un templo o monasterio.
Bond of Union (Banda sin fin), 1956
Una de las obras más famosas de Escher es también una relativamente inusual, ya que combina la observación de la realidad (un retrato de sí mismo y de su mujer) con la plasmación visual de un problema técnico (el dibujo de formas tridimensionales) y cierto simbolismo en cómo las bandas se entrecruzan, de todos los sitios posibles donde pueden hacerlo, por las frentes de las cabezas
Drawing Hands, 1948
Una extraña cinta de Moebius (que Escher también dibujó en repetidas ocasiones), es decir un loop infinito y circular, pero con una interpretación donde entra en juego el tema de la creación artística
Reptiles, 1943
Más versiones con componente creativo/artístico de la clásica cinta de Moebius, y de nuevo inspirados en los techos de la Alhambra. En este caso, combinándose con otra obsesión clásica de Escher: los patrones matemáticos e infinitos plasmados en dos dimensiones. El empleo de la mesa de escritorio del propio Escher (con, entre otras cosas, un dodecaedro metálico y un libro de zoología) permite jugar con la representación con volumen de los objetos y un dibujo que justifica el empleo del patrón y lo que Escher llamaba “división regular del espacio”.